Mientras sigo sus pisadas, garras y espadas se enfrentan en la gran guerra. Sangre se derrama desde las estrellas, en forma de ondas de colores y pequeñas perlas que bailan entre si, más allá de los muros del arquitecto.

¿¡Por qué caminan!!?  les grito, pero están sordos a mis palabras, una música que suena en el ambiente no les permite oír más que su propia sed y hambre de respirar. No se detienen en ningún momento, envueltos y asediados por la melodía del flautista.

Sigo gritando, pero no me escuchan, pierdo la voz y rompo en llanto como un niño de tres años, ya no sé qué hacer. Busco el origen de la música, pero viene de todos lados, o de ninguna parte. Es una música dulce, como alerces al Sur ,  pero suave como el plumaje del Norte, el aroma es sublime, pero no me gusta, no sé por qué, tal vez por el Tic-Tac que lo acompaña, no lo sé, quizás porque no  logro distinguir el ritmo de sus palabras, solo percibo su melodía.

Tomo un suspiro y sigo solo haciendo fotografías.